En once días cumplo 18, han pasado tres años desde que cumplí 15 y el mundo dejó de verse tan real, tres años desde que deje de percibir los colores, sentir las emociones y darle un sentido a la vida. A veces me preguntó por qué sigo aquí, por qué mejor no acabo de una vez con todo esto, genuinamente la respuesta es no sé y no sé si lo sabré algún día, es por eso que escribo ahora, porque no se me ocurre mejor cosa que hacer cuando estas solo y necesitas distraerte.
La idea de un nuevo comienzo siempre me pareció tentadora, desde mudarme a una nueva ciudad, cambiarme de escuela, incluso quizá de nombre, ¿se imaginan? fingir su muerte e iniciar desde cero, sería una locura. Por eso, cuando empecé la universidad hace algunos meses, realmente pensé que todo podía mejorar, apostaba todo a que el conocer nueva gente significaría crear una nueva versión de mí y con mucha suerte, querer más a esa versión, pero, no fue así, digo, si cambie, cambie mucho.
Por ejemplo, en el cole solía tenerle miedo al alcohol, a las drogas; creía que eran cosas de gente mala, que te encaminaba por lo desconocido y te llevaba a la inevitable perdición, supongo que de cierta forma tenía razón, aún así, creo que perderse no está mal, de hecho estoy segura de que todos necesitan perderse en algún momento.
Creo que tiene razón, muchas veces el cerebro es demasiado para un cuerpo que no soporta tanta capacidad, por lo mismo es que se crea ese vacío en algunas personas, en mi caso, estoy segura de que fue por eso. Porque mamá siempre decía; ''eres tan linda'', y yo le creía, e inocentemente creía que solo esas palabras importaban, lastima que el mundo no es tan bueno, al darme cuenta de que ella era la única que me veía así, comencé a sentir que me faltaba algo, también fue en ese momento en el que pase de tenerle miedo al humo a acabarme tres cajetillas por día.
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